lunes, 26 de septiembre de 2011

De retroclones y nuevos jugadores


No voy a entrar hoy en un debate existencial en la vida del rolero de etapa media (30 años para arriba) acerca del mundo de esos saturados conceptos de Vieja Escuela y Retroclón, pero me temo que, tras leer la reflexión de PoBa, del blog La Torre de Marfil, y a su vez de Carlos de Frikoteca, no he podido evitar hacerme una pregunta, y con ello, algo que me gustaría compartir y, en todo caso, lanzar a debate. Podéis ver sendos artículos aquí: http://latorredeambar.blogspot.com y aquí http://frikoteca.blogspot.com/2011/08/retroclones.html respectivamente.

Gasto buena parte de mi quehacer diario en leer entradas y/o artículos del mundo bloguero, sabiendo que posiblemente más de la mitad de sus autores son individuos que si no tienen treinta años mínimo, no llegan por poco, y por tanto, sus experiencias con el rol no son las mismas que, por ejemplo, las mías, que apenas llego a veinticuatro. En este sentido, me ampara el hecho de no haber conocido esa primera época, desconocida, nebulosa y farragosa, donde los juegos de rol eran otro mundo, otra forma de ser alternativo (hoy en día tendemos a una mayor aceptación), un sacrilegio. Eran los ochenta, con la movida madrileña, la caída del Muro de Berlín y la victoria del primero de los Bush. Eran momentos de experimentación, de Rolemaster y cosas que buscaban imitarle. Con los 90 llegaría Vampiro y el concepto de interpretación pasaría a otro plano. 2011 es el año en que nos encontramos, viviendo una etapa dorada de juegos que buscan ser revisiones de otros más clásicos, pero aportándole nuevas mecánicas: vamos, un retroclon de estos que otros sabréis definir mejor que yo. PoBa comenta que estos buscan y/o han sido creados, y es una de las conclusiones que saco, para alimentar ese espíritu de anhelo y rebeldía ante lo que significó Dungeons and Dragons 4.0. Esa vuelta a los orígenes, a lo primero y puro, a lo que no había sido devastado por el Wow o las Magics.

Leyendo eso, me pregunto: entonces… ¿qué pintamos los nuevos jugadores en todo esto? ¿No somos dignos de entender la verdadera y poderosa esencia de este tipo de juegos? ¿Al no habernos tragado años y años de tablas infinitas no sabemos lo que es el verdadero rol? Muchas veces, y esto me lo sé por experiencia propia, en el mundillo rolero hay cierto tufillo a hipocresía: se tiene la creencia de que los nuevos jugadores venimos siendo algo ignorantes, faltos de práctica, que no entienden lo que es ser un auténtico jugador, un verdadero Magno Magister. Alguien que no lleva veinte años jugando a rol machacando dados parece que juega en otra división: es más, para muchos, nos quedamos apartados de las grandes cuestiones universales y metafísicas que rodean nuestro espectro.


 Señor mayor - niño: la excepción que confirma la regla



Es muy fácil apelar a ese sentimiento para reforzar o 
denostar la viabilidad de un retroclon, pero… ¿realmente los autores de este tipo de juegos solo buscan llamar a ese público? Me encantaría poder preguntárselo al autor de Labyrinth Lord, a ver que opina. Yo también puedo haber jugado a Rolemaster, a MERPS y a lo que se os pase por la cabeza. Pienso que la gracia de nuestra afición radica precisamente en eso, en que el tiempo no es importante. Que yo tenga doscientas opciones a elegir no quiere decir que no pueda experimentar lo que chicos de catorce años experimentaron en 1986. Me reafirmo en mi posición en un doble sentido: en primer lugar, los retroclones no son creados para buscar un sentimiento de renovación, de autores disconformes con las tendencias actuales que persiguen llamar a los “Antiguos” como si de vampiros se tratasen. El autor de este tipo de juegos buscará todo tipo de públicos porque busca vender, y piensa en juegos como Donjon o Aventuras en la Marca del Este, accesibles a todo el mundo, y que a mí me han permitido (hablo del segundo) enseñar a más de una veintena de chavales ya en mi tiempo como director en jornadas de carácter abierta lo que es el rol. Eso es perfectamente aplicable a cualquiera de estos juegos, ya busque emular al temido Rolemaster o al bienaventurado MERPS del Señor de los Anillos. Y en segundo lugar, los jugadores noveles tenemos igual o más que decir en todo esto: me parece muy bien que algunas personas gusten de llamarse de “la Vieja Escuela”; de hecho, lo comprendo. Es verdad, son las primeras generaciones. Pero a mí no me ha enseñado ninguno de ellos a jugar. ¿Dónde se encuentran ahora estos jugadores? Deberían encontrarse realizando una potente ayuda en los relevos generacionales: en las mesas de juego en jornadas, abriendo su enorme y magnífica formación y experiencia al servicio de los que pueden ser futuros consumidores de esta nuestra afición. Ah, pero yo no noto esto. Yo veo a muchos chavales que posiblemente empezaron solos comprándose entre todos un manual y aprendiendo como podían. Oye… ¿no se hacía eso en 1986?

Naturalmente, no me tomo esto como una generalidad. Hay de todo, estoy convencido, como en todas partes. Y grandes personas, que más de una me conozco. Pero sí quiero aprovechar esta entrada para reivindicar un fenómeno que, se niegue o no, está ahí: los nuevos jugadores no estamos dentro del Círculo por no poseer esa vasta experiencia. Creo que todos podemos aportar más. Y nosotros más que nadie. Y entre retroclones, análisis y demás, también. No hay espíritu romántico, y si existe, es algo totalmente personal y no una suerte de nebulum, de conciencia colectiva. Es posible que me equivoque, pero no cejaré en mi empeño de mostrarme algo irritado ante tanta palabrería realesca y status superiores.

Vamos, seguro que todos estáis de acuerdo conmigo: esto es un juego, y como tal, da igual si tienes treinta años, veinte o cincuenta. Lo que cuenta es divertirse. Y debemos considerarnos afortunados de tener algo tan maravilloso con lo que poder explotar, todos juntos, nuestra imaginación hasta cotas tan insospechadas. Con retroclones y sin ellos.



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